Los aislamientos para fachadas pueden recuperar la energía utilizada en su producción en tan solo 1 a 2 años, siempre y cuando su grosor se mantenga dentro de un límite razonable. Esta eficiencia mejora aún más cuando el aislamiento se fabrica a partir de recursos renovables. Actualmente existen placas de EPS (poliestireno expandido) compuestas en un 100% por residuos orgánicos de la agricultura y la silvicultura, revolucionando el sector con propuestas como Top32 Biomass de Sto.
Este innovador producto no solo destaca por su origen sostenible, sino también por sus impresionantes credenciales ambientales. La producción de Top32 Biomass emite alrededor de dos tercios menos de CO2 en comparación con los productos basados en petróleo. Para poner esto en perspectiva, aplicar este aislamiento en una casa unifamiliar con 125 m² de fachada y un espesor de EPS de 20 cm, resultaría en un ahorro aproximado de 800 kg de CO2 equivalentes.
Ambas variantes de EPS, tanto la convencional como la ecológica Top32 Biomass, tienen mucho en común: ambas cuentan con una conductividad térmica de λ 0,032 W/(mK) y han obtenido la certificación ecológica REDcert2. Estas placas son adecuadas para fachadas e interiores, y pueden instalarse mediante adhesión directa o con anclaje. Sin embargo, como su contraparte convencional, no se recomiendan para zonas en contacto directo con el suelo.
El proceso de balance de biomasa certificado por REDcert permite asignar específicamente productos químicos producidos sustentablemente a aplicaciones determinadas. Markus Zwerger, jefe de producto de sistemas de aislamiento térmico externo en Sto, explica: “En los procesos de la química orgánica, todo comienza con el 'cracking' por vapor. Este proceso rompe los materiales crudos preprocesados en sus componentes químicos básicos. A partir de estos, y mediante diversas reacciones, se obtienen los productos finales. Este 'cracker' puede procesar tanto recursos fósiles como renovables, incluso simultáneamente".
El procedimiento de balance de biomasa se encarga de orquestar esta coexistencia de materiales. "Los productores de materias primas químicas adquieren una cantidad específica de recursos renovables procesados y los mezclan con fuentes fósiles. Dado que los procesos químicos son precisamente definidos, es posible calcular la cantidad exacta de biopolímeros que se generarán. Aunque teóricamente es factible distinguir las proporciones, en la práctica, los componentes biobasados y fósiles son indistinguibles. Por ello, el método de balance de biomasa asigna proporcionalmente estos componentes a ciertas partes de la producción final, reservándolas exclusivamente para clientes que solicitan y pagan por productos biobilanciados", detalla Zwerger, destacando la transparencia del proceso.
La disposición innovadora hacia materiales sostenibles y procedimientos transparentes no solo refleja un compromiso con el medio ambiente sino también con la integridad del producto. El Top32 Biomass de Sto ejemplifica cómo la ciencia avanzada y las prácticas ecológicas pueden converger para generar soluciones constructivas no solo eficientes sino también responsables con nuestro planeta.