Arenales es un céntrico barrio de Las Palmas de Gran Canaria, caracterizado por la presencia de antiguas casas terreras. Tras décadas de degradación, siendo epicentro de la prostitución y el tráfico de drogas en la ciudad, el barrio está experimentando una transformación progresiva. Esta transformación se debe en gran parte a la compra de viviendas por promotores particulares, lo que representa una oportunidad para recuperar el carácter identitario del lugar.
Casa M es un ejemplo destacable de conservación del «patrimonio colectivo». Este no está protegido pero su principal valor reside en conservar la memoria histórica del barrio, siendo testigo de su contexto histórico y cultural.
Ubicada en una esquina y en avanzado estado de deterioro, una antigua edificación se recupera y amplía para ser habitada y utilizada como espacio de trabajo. La planta baja, que anteriormente fue un bar, ahora alberga un taller de cerámica, contribuyendo a la dinamización social del barrio. La planta primera se destina a la vivienda de la propietaria del taller.
La intervención de Xstudio apuesta por una arquitectura cercana, honesta y «hecha a mano». Busca responder a las condiciones del lugar, asumiendo la limitación presupuestaria como un elemento más del contexto, lo cual invita a fasear la intervención. Se sanea y acondiciona la preexistencia mediante un ejercicio de mínimos, estableciendo las bases para un proceso regenerativo que debe prolongarse en el tiempo. Se respeta el aspecto crudo e imperfecto de muchos paramentos, conservando la huella del periodo en que la casa estuvo inhabitada.
En el taller se habilitan las dependencias necesarias, manteniendo los pavimentos y cartelerías originales del antiguo bar. Además, se incorpora el trazado de las nuevas instalaciones como una capa añadida.
El edificio completa su volumen aparente mediante la inserción de un esqueleto metálico, visible sobre los muros de carga de la preexistencia, y un gran pórtico central, que se reconstruye a partir del refuerzo de los pilares existentes. Exteriormente, este nuevo cuerpo se manifiesta como una carcasa de hormigón áspero e imperfecto, vertido en pequeñas tongadas y encofrado con carpetos, asumiendo su apariencia como consecuencia natural de los condicionantes del proyecto.
Internamente, los añadidos son ligeros para minimizar las cargas sobre la obra original. La estructura vista de perfiles metálicos y forjados de chapa colaborante se completa con el uso de termoarcilla en tabiquerías y cerramientos. Este material, poco habitual en Canarias, fue elegido por su capacidad para generar un paisaje interior vinculado con la nueva actividad del edificio (cerámica) y por su peso, considerablemente menor que el bloque de hormigón vibrado comúnmente empleado.
Estas operaciones dan forma a un pabellón de gran altura destinado a actividades públicas de la vivienda, accesible mediante una escalera colgada y funcionando como transición entre la calle y las áreas más privadas.
La inserción de un patio en la esquina sureste de la estructura garantiza una correcta iluminación y ventilación cruzada. Esta intervención completa la formalización de una obra con vocación de epigénesis, alineada con la transformación del barrio en el que se ubica.